A propósito de la celebración de los 477 años de la ciudad, es importante reflexionar si realmente ésta debe ser una celebración o una conmemoración en homenaje a los pueblos originarios de la sabana de Bogotá, los Muiscas.
Desde la llegada del invasor español, se generó una política para hacernos despreciar nuestros orígenes que ha perdurado hasta nuestros días. Se satanizó la religión de los Muiscas al denominarla como juntas y borracheras de adoración al demonio, entre otras tantas barbaridades.
Desde la llegada del invasor español, se generó una política para hacernos despreciar nuestros orígenes que ha perdurado hasta nuestros días. Se satanizó la religión de los Muiscas al denominarla como juntas y borracheras de adoración al demonio, entre otras tantas barbaridades.
Pero lo peor, es que al día de hoy a l@s bogotan@s y no bogotan@s, se nos hace entonar un himno cuya primera estrofa es una afrenta al pueblo Muisca, que está evidenciado en las crónicas que hicieron los frailes de la corona en los tiempos de la invasión y la colonia.
No se nos puede seguir haciendo creer que esos tres guerreros valientes nos abrieron los ojos, nos quitaron el miedo y la codicia del corazón, pues fue todo lo contrario. Quienes trajeron el miedo fueron ellos al imponerse a sangre y fuego, al saquear, desplazar y realizar todo tipo de atropellos. Los archivos judiciales de los primeros años de la invasión, dan cuenta de los abusos de los españoles, pero también demuestran que el dominio sobre estas tierras no fue total y que durante los primeros diez años, hubo rebeliones aisladas. La resistencia cultural, tal vez fue la que se mantuvo por más de cien años a través de las costumbres, el idioma y la religiosidad.
Cuando se afirma en la estrofa del himno de Bogotá que nos quitaron la codicia del corazón, hay pruebas de todo tipo para demostrar que los codiciosos fueron los europeos quienes venían con sed de oro. Todas sus aventuras giraron en torno a enriquecerse y dominar estas tierras y sus gentes, tan así que, los tres valientes guerreros tuvieron que ir ante el rey para que él decidiera quien se quedaba con las ricas tierras de Muequetá.
Para los Muiscas el oro tenía un sentido ceremonial y hacía parte de sus ofrendas, consideraban al oro como las lágrimas del Sol y no tenía un valor económico, cuestión irrefutable que demuestra que era una cultura en desarrollo, con una cosmovisión totalmente diferente a la de occidente.
Es el momento para que la ciudadanía y las instituciones de la ciudad le den el reconocimiento que merece en la historia el pueblo Muisca y como un gesto de respeto a la memoria, se cambie la primera estrofa del himno de Bogotá, convocando a un concurso que componga una estrofa que enaltezca a los primeros pobladores de estas tierras.
No se nos puede seguir haciendo creer que esos tres guerreros valientes nos abrieron los ojos, nos quitaron el miedo y la codicia del corazón, pues fue todo lo contrario. Quienes trajeron el miedo fueron ellos al imponerse a sangre y fuego, al saquear, desplazar y realizar todo tipo de atropellos. Los archivos judiciales de los primeros años de la invasión, dan cuenta de los abusos de los españoles, pero también demuestran que el dominio sobre estas tierras no fue total y que durante los primeros diez años, hubo rebeliones aisladas. La resistencia cultural, tal vez fue la que se mantuvo por más de cien años a través de las costumbres, el idioma y la religiosidad.
Cuando se afirma en la estrofa del himno de Bogotá que nos quitaron la codicia del corazón, hay pruebas de todo tipo para demostrar que los codiciosos fueron los europeos quienes venían con sed de oro. Todas sus aventuras giraron en torno a enriquecerse y dominar estas tierras y sus gentes, tan así que, los tres valientes guerreros tuvieron que ir ante el rey para que él decidiera quien se quedaba con las ricas tierras de Muequetá.
Para los Muiscas el oro tenía un sentido ceremonial y hacía parte de sus ofrendas, consideraban al oro como las lágrimas del Sol y no tenía un valor económico, cuestión irrefutable que demuestra que era una cultura en desarrollo, con una cosmovisión totalmente diferente a la de occidente.
Es el momento para que la ciudadanía y las instituciones de la ciudad le den el reconocimiento que merece en la historia el pueblo Muisca y como un gesto de respeto a la memoria, se cambie la primera estrofa del himno de Bogotá, convocando a un concurso que componga una estrofa que enaltezca a los primeros pobladores de estas tierras.
Muequetá, Techotiba, 6 de Agosto de 2015